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Por Darren Walker, CNN
Nota del editor:
Darren Walker es el presidente de la Fundación Ford. Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a él.Nota del editor:
(CNN) – En todo el mundo, los líderes políticos y económicos son objeto de mayor presión para estar a la altura de sus palabras sobre el cambio climático.
Y, en la víspera de la Cumbre sobre el Clima de la ONU que se lleva a cabo en Nueva York, parece que podríamos estar en un punto de inflexión en la batalla global contra el cambio climático.
Después de todo, la nueva tecnología revela el impacto de nuestro consumo diario en el clima, y los líderes influyentes en los sectores públicos, privados y sin fines de lucro encuentran algo en común, al idear soluciones innovadoras para evaluar los impulsores más notorios del cambio climático.
Pero si el mundo habla realmente en serio sobre cambiar el rumbo en el que estamos, estaría bien reconocer un área donde los avances dramáticos ya están cerca; en la deforestación.
La deforestación es responsable del 15% de las emisiones globales de carbono, pero si nos movemos rápidamente, podríamos comenzar ahora a frenar el calentamiento global, rápidamente y efectivamente con los costos, mientras compramos tiempo vital para las otras soluciones que los líderes buscan.
Perdemos casi 13 millones de hectáreas de bosques cada año, el equivalente a casi tres canchas de fútbol de bosque cada tres segundos. ¿Por qué?
Después de todo, la nueva tecnología revela el impacto de nuestro consumo diario en el clima, y los líderes influyentes en los sectores públicos, privados y sin fines de lucro encuentran algo en común, al idear soluciones innovadoras para evaluar los impulsores más notorios del cambio climático.
Pero si el mundo habla realmente en serio sobre cambiar el rumbo en el que estamos, estaría bien reconocer un área donde los avances dramáticos ya están cerca; en la deforestación.
La deforestación es responsable del 15% de las emisiones globales de carbono, pero si nos movemos rápidamente, podríamos comenzar ahora a frenar el calentamiento global, rápidamente y efectivamente con los costos, mientras compramos tiempo vital para las otras soluciones que los líderes buscan.
Perdemos casi 13 millones de hectáreas de bosques cada año, el equivalente a casi tres canchas de fútbol de bosque cada tres segundos. ¿Por qué?
En un estudio reciente se culpa al aceite de palma, papel y otros productos agrícolas por más de la mitad de la pérdida de bosques tropicales del mundo.
Gran parte de esto se realiza ilegalmente, lo que añade más contaminación por carbono a la atmósfera que todo el transporte del mundo y a menudo destruye las vidas y medios de subsistencia de comunidades indígenas que llaman hogar a estos bosques.
Un problema es que el aceite de palma encontró su camino a muchos de los productos en nuestros supermercados; desde helado hasta papas fritas, champú y jabón, y el 90% de este aceite de palma viene del sureste de Asia, donde los bosques tropicales son arrasados en una gran escala para dar paso a las plantaciones de aceite de palma.
Un problema es que el aceite de palma encontró su camino a muchos de los productos en nuestros supermercados; desde helado hasta papas fritas, champú y jabón, y el 90% de este aceite de palma viene del sureste de Asia, donde los bosques tropicales son arrasados en una gran escala para dar paso a las plantaciones de aceite de palma.
El resultado son años de conflictos mortales y aparentemente insolubles entre empresas, comunidades locales y gobiernos.
Pero el año pasado ocurrió algo importante. Conmovidos por la creciente demanda de consumidores para el cambio y compromisos nuevos sin precedentes con la sustentabilidad, las empresas cuyos negocios representan más de la mitad del volumen comercializado mundialmente de aceite de palma se comprometieron a obtener sus productos sin talar bosques. La de mayor perfil de estas empresas es el gigante asiático de comercio Wilmar International, que alguna vez fue descrito por Newsweek como la empresa con el peor registro ambiental entre las Fortune 500.
Desde que Wilmar asumió este compromiso de sustentabilidad en diciembre de 2013, Hershey’s, Kellogg’s, Mars, General Mills, Colgate-Palmolive, Cargill, Procter & Gamble y Johnson & Johnson han seguido sus pasos.
Igual de importante, el progreso en un sector ayudó a allanar el camino para el progreso en otros.
Pero el año pasado ocurrió algo importante. Conmovidos por la creciente demanda de consumidores para el cambio y compromisos nuevos sin precedentes con la sustentabilidad, las empresas cuyos negocios representan más de la mitad del volumen comercializado mundialmente de aceite de palma se comprometieron a obtener sus productos sin talar bosques. La de mayor perfil de estas empresas es el gigante asiático de comercio Wilmar International, que alguna vez fue descrito por Newsweek como la empresa con el peor registro ambiental entre las Fortune 500.
Desde que Wilmar asumió este compromiso de sustentabilidad en diciembre de 2013, Hershey’s, Kellogg’s, Mars, General Mills, Colgate-Palmolive, Cargill, Procter & Gamble y Johnson & Johnson han seguido sus pasos.
Igual de importante, el progreso en un sector ayudó a allanar el camino para el progreso en otros.
Lo que alguna vez se creían eran alianzas impensables ahora toman forma, construyen nuevos enlaces entre actores e instituciones que alguna vez se vieron entre sí con nada más que escepticismo y desconfianza. Puesto de forma simple, la oportunidad para el mundo de frenar significativamente la deforestación nunca fue mayor.
Pero el éxito está en juego y percatarse de este potencial necesitará una acción inmediata. La ciencia nos muestra que no tomar medidas concretas pondrá en peligro la salud humana y los suministros de comida, mientras se permite que los bosques tropicales desaparezcan.
Para las empresas, ahora es el momento de construir logros significativos al ir más allá de las promesas. Esto puede realizarse al rastrear de dónde viene el aceite de palma, papel, madera, soya, carne y cuero en sus bienes; y después obligar contractualmente a sus vendedores a garantizar que los productos suministrados en realidad sean “libres” de deforestación y conflicto. Aquellos que toman esas medidas seguramente serán recompensados por más y más consumidores.
Los gobiernos también pueden responsabilizarse al colocar derechos claros sobre la tierra y los bosques. Cientos de conflictos surgen mientras los bosques son eliminados, muchos de estos son violentos, por lo que afectan a los indígenas y otras comunidades que viven allí. En un estudio reciente se sugiere que estas interrupciones le han costado a la industria de minería y extracción más de 2.000 millones de dólares al año.
Los indígenas y comunidades locales necesitarán continuar con la construcción de capacidades políticas y técnicas para defender sus derechos de bosques y tierras como parte de la solución climática.
Según otro reporte revisado por expertos, donde los gobiernos reconocen, protegen y apoyan los derechos de indígenas y comunidades, estas comunidades hacen un mejor trabajo por reducir la deforestación que otras entidades públicas o privadas. Es por eso que los indígenas, quienes, hoy en día, tienen derechos legales de aproximadamente un octavo de los bosques tropicales del mundo, están comprometidos a proteger las áreas mucho más grandes que ocupan bajo los derechos consuetudinarios pero que no son reconocidos legalmente por los gobiernos.
Como organizaciones de la sociedad civil, también tenemos trabajo que hacer. No debemos tener miedo de trabajar con compañeros extraños en el mundo de la política y los negocios, incluso mientras salvaguardamos nuestra independencia, ya que encontrar las soluciones de problemas complejos como el cambio climático estará más allá del alcance de cada uno por su propia cuenta.
En medio de una sensación creciente de fatiga y frustración por la capacidad del mundo de confrontar sus retos climáticos, el progreso que hacemos para frenar la deforestación se mantiene como un ejemplo poderoso y pragmático de lo que se puede hacer. Pero solo estamos a la mitad, y los líderes que se reúnen en la Cumbre del Clima deben hacer todo lo que puedan para asegurar que puedan cumplir esta promesa.
Pero el éxito está en juego y percatarse de este potencial necesitará una acción inmediata. La ciencia nos muestra que no tomar medidas concretas pondrá en peligro la salud humana y los suministros de comida, mientras se permite que los bosques tropicales desaparezcan.
Para las empresas, ahora es el momento de construir logros significativos al ir más allá de las promesas. Esto puede realizarse al rastrear de dónde viene el aceite de palma, papel, madera, soya, carne y cuero en sus bienes; y después obligar contractualmente a sus vendedores a garantizar que los productos suministrados en realidad sean “libres” de deforestación y conflicto. Aquellos que toman esas medidas seguramente serán recompensados por más y más consumidores.
Los gobiernos también pueden responsabilizarse al colocar derechos claros sobre la tierra y los bosques. Cientos de conflictos surgen mientras los bosques son eliminados, muchos de estos son violentos, por lo que afectan a los indígenas y otras comunidades que viven allí. En un estudio reciente se sugiere que estas interrupciones le han costado a la industria de minería y extracción más de 2.000 millones de dólares al año.
Los indígenas y comunidades locales necesitarán continuar con la construcción de capacidades políticas y técnicas para defender sus derechos de bosques y tierras como parte de la solución climática.
Según otro reporte revisado por expertos, donde los gobiernos reconocen, protegen y apoyan los derechos de indígenas y comunidades, estas comunidades hacen un mejor trabajo por reducir la deforestación que otras entidades públicas o privadas. Es por eso que los indígenas, quienes, hoy en día, tienen derechos legales de aproximadamente un octavo de los bosques tropicales del mundo, están comprometidos a proteger las áreas mucho más grandes que ocupan bajo los derechos consuetudinarios pero que no son reconocidos legalmente por los gobiernos.
Como organizaciones de la sociedad civil, también tenemos trabajo que hacer. No debemos tener miedo de trabajar con compañeros extraños en el mundo de la política y los negocios, incluso mientras salvaguardamos nuestra independencia, ya que encontrar las soluciones de problemas complejos como el cambio climático estará más allá del alcance de cada uno por su propia cuenta.
En medio de una sensación creciente de fatiga y frustración por la capacidad del mundo de confrontar sus retos climáticos, el progreso que hacemos para frenar la deforestación se mantiene como un ejemplo poderoso y pragmático de lo que se puede hacer. Pero solo estamos a la mitad, y los líderes que se reúnen en la Cumbre del Clima deben hacer todo lo que puedan para asegurar que puedan cumplir esta promesa.
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