sábado, 14 de enero de 2012

Medioambiente.

Agua dulce, bien escaso‏.

“¿Para qué cuidar el agua, si otro la derrocha?”, me preguntó una vez un señor que buscaba concientizarme sobre el consumo responsable del agua. 
Yo le contesté que tenía razón.
Fundacin Hbitat & Desarrollo
Entonces, me propuso un ejemplo. Imaginate que estás viviendo en un edificio muy grande (nuestro planeta) donde hay un solo tanque de agua para que usen los habitantes del edificio (cada uno de nosotros). Allí habita un vecino que derrocha el agua y que no sabe que el tanque posee capacidad limitada.
¿Qué harías como habitante de ese edificio? ¿Abrirías la canilla para derrochar el agua como lo hace tu vecino? Si abrieras la canilla, quedaría menos agua para utilizar cuando la necesites y se acabaría más rápido en el edificio (nuestro planeta). “¿Cuál sería tu decisión?”, me preguntó.


El agua es el elemento más común en la tierra y el más vital para la vida. El agua de los mares y de los océanos representa el 97% del agua que cubre el 71% de la superficie terráquea. Esta agua es salada, no apropiada para la mayor parte de las actividades humanas.

Según el Equipo Interdisciplinario para el Estudio de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global de la UCA, el agua dulce, apta para el consumo humano, constituye el 3% restante. Sin embargo, no se halla directamente disponible, porque un 2,25% del total del agua dulce mundial está bloqueada en forma de hielo.
Solamente el 0,33% de toda el agua dulce utilizable se encuentra en los ríos, lagos y otros reservorios naturales.
A pesar de esto, en el consumo diario del agua, se desconoce la cantidad ínfima disponible y que, una vez utilizada, regresa a la tierra mezclada con otros líquidos usados, algunos degradables y otros contaminantes que resisten el paso del tiempo y los procesos de filtrado y potabilización. En consecuencia, la pureza del agua está en crisis.
El agua dulce es un bien escaso necesario para la vida que trasciende cualquier responsabilidad limitada al pago de servicio de agua corriente o a su acceso, ya que consumirla no tiene precio.
“¿Cómo cuidar el consumo de agua en el edificio?”, me interrogó aquella persona amiga del uso responsable del agua. Sin darme tiempo a pensar, me leyó algunas recomendaciones.
En la casa, se podría tomar baños cortos, no abrir la ducha mucho tiempo antes de bañarnos, cerrar la canilla, mientras nos lavamos los dientes, o bien colocar agua en un vaso y mojar allí el cepillo o la máquina de afeitar, y, finalmente, enjuagarnos la boca con el agua del vaso, algo similar se podría hacer con el lavado de platos.
Se podría colocar el máximo de ropa permitido en cada carga del lavarropa, lavar el auto o la vereda con balde, no con la manguera y hacerlo cuando realmente requieran limpieza; regar el jardín por la noche o la madrugada cuando el sol no es fuerte, así la mayor parte del agua será aprovechada por la planta, y se minimiza la cantidad de agua evaporada.
En regiones donde la lluvia no es abundante, ubicar las plantas autóctonas en lugar de otras de regiones húmedas. 
Usualmente las plantas autóctonas demandan menos riego.
Se podría colocar artefactos ahorradores de agua, canillas que permiten el paso de agua por tiempo limitado y se cierran automáticamente, arreglar las pérdidas de agua por roturas de caños o de la mochila del inodoro, colocar purificadores de aguas en las piletas para evitar cambiar el agua todos los días en el verano.
Tratar de informar sobre la rotura de caños de agua en la vía pública al organismo correspondiente. En aquellos lugares donde es posible, construir cisternas para colectar el agua de lluvia que se junta en los techos. Debe recordarse que las cisternas deben quedar tapadas para impedir la reproducción del mosquito del dengue.


Mucha de la energía eléctrica es producida en represas hidroeléctricas. Si se reduce el consumo de los productos que dependen de la electricidad, por ejemplo, la recarga de un celular o dejar la TV encendida cuando nadie la mira, en definitiva, se frena la demanda de energía y el uso del agua para generarla.