jueves, 15 de marzo de 2012

Reclaman
"conocimiento
científico"

en la problemática

minera.



Autor: Adrián Hernandez. 

Fuente: AICA.
Enviado por San Pablo Online. 
Los obispos del noroeste argentino deliberaron sobre la minería a cielo abierto después de las protestas sociales de Angalgalá y de Famatina de las últimas semanas, en contra de los métodos de explotación minera a cielo abierto.
“La verdad objetiva que subyace” a la explotación minera “debe ser esclarecida por quienes tienen el conocimiento técnico y científico, no involucrados con los sectores interesados”, debido a que “afecta gravemente a la persona humana, a su salud, a su futuro y a la sociedad. 
Las instituciones políticas y sociales han de llevar a cabo el debate que ello supone, a partir de un diálogo veraz y sincero”.
Fundamentaron su “parecer” sobre la “problemática” de las “inversiones mineras, petroleras y agroindustriales”, porque “el compromiso con la ecología ambiental y humana constituye una responsabilidad para todo cristiano”; así como “la dignidad de la persona humana, la necesidad de preservar la creación” y sus recursos: “tierras, agua, bosques, minerales”.
El documento fue el resultado de la primera reunión anual de los obispos del NOA, que finalizó el 1º de marzo en Santa María, Catamarca, en respuesta a “los recientes acontecimientos de tensión social y violencia” de esa región del país.
El Estado debe asegurar “la información completa, la consulta y la participación de las comunidades afectadas”, supervisar “las investigaciones preliminares, las exploraciones, la equidad en los acuerdos económicos y la salubridad de los procesos de extracción”, y garantizar “una provechosa participación de los pueblos en la distribución de los beneficios y la transparencia económica de estos emprendimientos”.
En este sentido, debe “velar por los legítimos intereses del Estado nacional y de las provincias”, “revisar la legislación, actualizar sus contenidos en función de los cambios”, y penalizar “el daño ambiental, cultural y social que se hubiera causado” con la actividad minera, “en proporción a los efectos padecidos por el pueblo”.
Editorial.
Que lejos estamos . . .   del  problema, digo.
Pero aún más lejos, de que se cumplan dichas prácticas en nuestro mal tratado país. . . 
Quienes deben proteger el  andamiaje Institucional, devenido del poder que otorga la Constitución Nacional, cumplen exactamente lo contrario,
sumiendo a la comunidad en una inestabilidad cruel y dolorosa frente a la 
despreocupación de quienes asumieron responsabilidades que claramente no cumplen. Ejemplo : Educación, Salud , Seguridad y la mas importante,
la falta de Justicia.



Los celulares . . . 

nos dejan. . . 
sin gorriones.



Fuente :Magmedia.
por Laboratorios Phoenix . 


 


Sabemos desde siempre que la mano del hombre tuvo mucho que ver en la desaparición de distintas especies de la faz de la tierra.
Por esa razón un grupo de científicos interesado en la merma de gorriones se dedicó a estudiar los aspectos ambientales y tecnológicos que pudieron haber ocasionado el fenómeno.
Al detectar que en las ciudades europeas los gorriones iban desapareciendo de las arboledas urbanas, comenzaron a investigar el tema.
Fue así como biólogos españoles y belgas realizaron investigaciones 
–independientes las unas de las otras- 
y llegaron a la misma conclusión: 
las radiaciones electromagnéticas de las antenas de teléfonos celulares son la causa principal de la desaparición de los gorriones.
En uno de estos trabajos, elaborado por los especialistas Alfonso Balmori y Örjan Hallberg, los cuales analizaron el ciclo de vida de los gorriones en la ciudad española de Valladolid, se concluyó que: 
“la desaparición de los gorriones y la introducción de las torres de antenas GSM están correlacionadas”.La investigación paralela, que se realizó esta vez en Bélgica, llegó a idénticas conclusiones, pues los “datos muestran que se vieron menos gorriones machos en lugares con relativamente alta intensidad de campo eléctrico de los valores de las estaciones base GSM”.
Ambos equipos de expertos sospechan que la exposición a largo plazo a niveles superiores de la radiación afecta negativamente a la abundancia o al comportamiento de gorriones en la naturaleza, pues incide en su capacidad de reproducción y afecta especialmente a los machos de la especie.
Lo curioso del tema es que en más de una ocasión estudios médicos han alertado que el mismo problema pudiera estar afectando a los masculinos de otra especie animal: el hombre.
Las evidencias indican que las radiaciones que liberan los móviles, los cuales muchas personas se colocan en el cinturón, en la cadera, cerca de los genitales en los varones, influyen en la movilidad y ciclo de vida de los espermatozoides, haciéndolos “más lentos” e incapaces de fecundar los óvulos femeninos.
Así, gorriones y humanos podrían estar emparentados extrañamente por un fenómeno todavía poco estudiado y que tiene además otras claves influyentes que se desconoce bien, cómo actúan.
Entre estas claves están los 
factores ambientales, los 
 cambios en las dietas y contaminación de las grandes 
ciudades, o la competencia con otras especies.
Los pájaros también tienen un fuerte rival en las grandes 
ciudades: las palomas, cuyas poblaciones están creciendo desmesuradamente. 
El hombre, en cambio, se está convirtiendo en su propio 
depredador, escudándose en la imperiosa necesidad de llevar adelante el avance tecnológico.

 
Editorial.
Al fin estamos logrando, lo que no queríamos encontrar, nuestra
propia destrucción.
Sin dudas el creer que somos a imagen y semejanza de Dios, nos 
pone en el camino de la autodestrucción. Es evidente que no respetamos a la naturaleza, que tenemos especial gozo en destruir lo creado, ignorando la genial obra del Celestial Ingeniero Universal, pretendiendo cambiar sus sabias leyes.
Es claro que en el breve tiempo de nuestra vida no podemos apreciar ni lo bueno ni lo malo, pero nos atrae lo malo, lo perverso, y la frutilla de la torta será nuestro propio fin, si no efectuamos el gran cambio, que aún esta a tiempo, pero no queda demasiado.
El Director.